jueves, 7 de noviembre de 2013

DON JUAN




DON JUAN TENORIO, José Zorrilla (1817-1893)


D. JUAN 

Por donde quiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé,
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí
[vv. 501-510]
 




D. JUAN 

¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador,
llamando al cercano día
¿no es verdad, gacela mía, 
que están respirando amor? 
[vv. 2170-2183]



OBRA COMPLETA:

 


 

EL MITO DE DON JUAN EN LA MÚSICA:


Christoph Willibald von Gluck: Don Juan.





Frank Liszt: Reminiscencias de Don Juan.




Ruperto Chapí: Margarita La Tornera.








MÁS FRAGMENTOS DE LA OBRA:



D. JUAN
Desde una princesa real
a la hija de un pescador,
¡oh!, ha recorrido mi amor
toda la escala social.

¿Tenéis algo que tachar?

D. LUIS:
Sólo una os falta en justicia.

D. JUAN:
¿Me la podéis señalar?

D. LUIS:
Sí, por cierto: una novicia
que esté para profesar.

D. JUAN:
¡Bah! Pues yo os complaceré
doblemente, porque os digo
que a la novicia uniré
la dama de algún amigo
que para casarse esté…
[vv. 662- 675]


BRÍGIDA:
Figuraos
si habré metido mal caos
en su cabeza, don Juan.
La hablé del amor, del mundo,
de la corte y los placeres,
de cuánto con las mujeres
erais pródigo y galán.
La dije que erais el hombre
por su padre destinado
para suyo: os he pintado
muerto por ella de amor,
desesperado por ella
y por ella perseguido,
y por ella decidido
a perder vida y honor.
En fin, mis dulces palabras,
al posarse en sus oídos,
sus deseos mal dormidos
arrastraron de sí en pos;
y allá dentro de su pecho
han inflamado una llama
de fuerza tal, que ya os ama
y no piensa más que en vo
[vv. 1284 - 1305]


D. JUAN:
Don Diego Tenorio.

ESCULTOR:
El mismo.
Tuvo un hijo este don Diego
peor mil veces que el fuego,
un aborto del abismo.
Un mozo sangriento y cruel,
que con tierra y cielo en guerra,
dicen que nada en la tierra
fue respetado por él.
Quimerista, seductor
y jugador con ventura,
no hubo para él segura
vida, ni hacienda, ni honor.
Así le pinta la historia,
y si tal era, por cierto
que obró cuerdamente el muerto
para ganarse la gloria
[vv. 2708- 2723]


D. JUAN:
Mas, ¡cielos, qué es lo que veo!
O es ilusión de mi vista,
o a doña Inés el artista
aquí representa, creo.

ESCULTOR:
Sin duda.

D. JUAN:
¿También murió?

ESCULTOR:
Dicen que de sentimiento
cuando de nuevo al convento
abandonada volvió
por don Juan
[vv. 2840-2848]

 
D. JUAN:
¡Ah! Mal la muerte podría
deshacer con torpe mano
el semblante soberano
que un ángel envidiaría.

¡Cuán bella y cuán parecida
su efigie en el mármol es!
¡Quién pudiera, doña Inés,
volver a darte la vida!
¿Es obra del cincel vuestro?

D. JUAN:
...¡Hermosa noche...! ¡Ay de mí!
¡Cuántas como ésta tan puras,
en infames aventuras
desatinado perdí!
¡Cuántas, al mismo fulgor
de esa luna transparente,
arranqué a algún inocente
la existencia o el honor!
Sí, después de tantos años
cuyos recuerdos me espantan,
siento que en mí se levantan
pensamientos en mí extraños.
¡Oh! Acaso me los inspira
desde el cielo, en donde mora,
esa sombra protectora
que por mi mal no respira!
[vv. 2908- 2923]


D. JUAN:
(De rodillas.)
¡Doña Inés! Sombra querida,
alma de mi corazón,
¡no me quites la razón
si me has de dejar la vida!
Si eres imagen fingida,
sólo hija de mi locura,
no aumentes mi desventura
burlando mi loco afán.

SOMBRA:
Yo soy doña Inés, don Juan,
que te oyó en su sepultura

SOMBRA:
Para ti;
Mas tengo mi purgatorio
en ese mármol mortuorio
que labraron para mí.
Yo a Dios mi alma ofrecí
en precio de tu alma impura,
y Dios, al ver la ternura
con que te amaba mi afán,
me dijo «Espera a don Juan
en tu misma sepultura.
Y pues quieres ser tan fiel
a un amor de Satanás,
con don Juan te salvarás,
o te perderás con él.
Por él vela: mas si cruel
te desprecia tu ternura,
y en su torpeza y locura
sigue con bárbaro afán,
llévese tu alma don Juan
de tu misma sepultura
[vv. 2984- 3013]


ESTATUA:
No pienses, no,
que se levanten, don Juan;
porque en sí no volverán
hasta que me ausente yo.
Que la divina clemencia
del Señor para contigo,
no requiere más testigo
que tu juicio y tu conciencia.
Al sacrílego convite
que me has hecho en el panteón,
para alumbrar tu razón
Dios asistir me permite.
Y heme que vengo en su nombre
a enseñarte la verdad;
y es: que hay una eternidad
tras de la vida del hombre.
Que numerados están
los días que has de vivir,
y que tienes que morir
mañana mismo, don Juan.
Mas como esto que a tus ojos
está pasando, supones
ser del alma aberraciones
y de la aprensión antojos,
Dios, en su santa clemencia,
te concede todavía,
don Juan, hasta el nuevo día
para ordenar tu conciencia.
Y su justicia infinita
porque conozcas mejor,
espero de tu valor
que me pagues la visita.
¿Irás, don Juan?
[vv. 3425-3455]


SOMBRA:
Medita
lo que al buen comendador
has oído, y ten valor
para acudir a su cita.
Un punto se necesita
para morir con ventura;
elígele con cordura,
porque mañana, don Juan,
nuestros cuerpos dormirán
en la misma sepultura
[vv. 3492-3501]


D. JUAN:
Culpa mía no fue; delirio insano
me enajenó la mente acalorada.
Necesitaba víctimas mi mano
que inmolar a mi fe desesperada,
y al verlos en mitad de mi camino,
presa les hice allí de mi locura.
¡No fui yo, vive Dios!, ¡fue su destino!
Sabían mi destreza y mi ventura.
¡Oh! Arrebatado el corazón me siento
por vértigo infernal.... mi alma perdida
va cruzando el desierto de la vida
cual hoja seca que arrebata el viento.
Dudo..., temo..., vacilo.... en mi cabeza
siento arder un volcán.... muevo la planta
sin voluntad, y humilla mi grandeza
un no sé qué de grande que me espanta.
(Un momento de pausa.)
¡Jamás mi orgullo concibió que hubiere
nada más que el valor...! Que se aniquila
el alma con el cuerpo cuando muere
creí..., mas hoy mi corazón vacila.
¡Jamás creí en fantasmas...! ¡Desvaríos!
Mas del fantasma aquel, pese a mi aliento,
los pies de piedra caminando siento,
por doquiera que voy, tras de los míos.
¡Oh! Y me trae a este sitio irresistible,
misterioso poder ...
[vv, 3600-3625]


ESTATUA:
Aprovéchale con tiento,
(Tocan a muerto.)
porque el plazo va a expirar,
y las campanas doblando
por ti están, y están cavando
la fosa en que te han de echar.
(Se oye a lo lejos el oficio de difuntos.)
[vv. 3707-3712]


D. JUAN:
¡Aparta, piedra fingida!
Suelta, suéltame esa mano,
que aún queda el último grano
en el reloj de mi vida.
Suéltala, que si es verdad
que un punto de contrición
da a un alma la salvación
de toda una eternidad,
yo, Santo Dios, creo en Ti:
si es mi maldad inaudita,
tu piedad es infinita...
¡Señor, ten piedad de mí
[vv. 3758-3769]

 
D. JUAN:
¡Dios clemente! ¡Doña Inés!

Dª INÉS:
Fantasmas, desvaneceos:
su fe nos salva..., volveos
a vuestros sepulcros, pues.
La voluntad de Dios es
de mi alma con la amargura
purifiqué su alma impura,
y Dios concedió a mi afán
la salvación de don Juan
al pie de la sepultura
[vv. 3776-3785]