jueves, 19 de noviembre de 2009

MUERE FRANCISCO AYALA A LOS 103 AÑOS



"Soy un cómico que lleva años esperando a que se baje el telón, pero no termina de bajarse"

ASÍ OPINABA ...

“Mi vida es literaria, yo he vivido literariamente y creo que todos vivimos, en cierto modo, literariamente, pero sin saberlo o sabiéndolo; yo lo he sabido.”

“El compromiso del escritor es ser cada uno realmente quien es. Yo soy quien soy y no me disfrazo ni me cambio, aunque nos disfracen y nos cambien las circunstancias y los ambientes en que vivimos. Siempre hay un último reducto único intransferible, y esencialmente él, y no otro.”

“Un docente debe tener como primera cualidad la sinceridad absoluta, no engañar –que es una manera también de engañarse a uno mismo–, presentar las cosas cándidamente tal cual las siente, las ve, las percibe, no engañar con ello. Esa es la primera cualidad y la decisiva, creo yo”.

“La libertad es la condición esencial del ser humano; en la medida en que el ser humano alcanza libertad es humano y, si no, está todavía reducido al nivel de la animalidad, porque al fin y al cabo somos animales, somos una especie animal que se levanta sobre su propia especie a través de la libertad”

© Ministerio de Educación, Política Social y Deporte. Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa.


PARA LEER …

Desde mi minúscula y privatísima biblioteca infantil, he usado en mi vida adulta de muy varias bibliotecas y hemerotecas. Entiendo muy bien la necesidad de ellas: son imprescindibles” (Francisco Ayala)
 
El jardín de las delicias. Barcelona, Seix Barral, 1971.
El jardín de las malicias. Madrid, Montena, 1998.
Muertes de perro.Alianza Editorial, 1968.
La invención del Quijote. Indagaciones e invenciones cervantinas. Madrid, Suma de Letras, 2005.
La niña de oro y otros relatos. Madrid, Alianza, 2005.
Mi ventana al mundo (una antología). Junta de Andalucía, 2002.
Recuerdos y olvidos. Madrid, Alianza, 1982.
Miradas sobre el presente: ensayos y sociología. Madrid, Fundación Santander Central Hispano, 2006.
El filósofo y un pirata. Granada, 2008.
 
Una bellísima miniatura literaria como ejemplo:

“Susana saliendo del baño”

Los dos grifos de níquel -raras aves, agarradas a la piel tersa de la bañera- miraban, pensativos, ya sin agua caliente y fría, el abandono dramático de su cabeza. Cabeza de algas verdirrojas que flotaban huyendo en la concavidad de porcelana.
El agua, ni caliente ni fría, cantaba en sus orejas, rosadas y tiernas caracolas, una canción de azogue. Temblaba en el baño para desviar sus formas; le multiplicaba cada perfil en líquidas ondulaciones, y cerraba su garganta con un hilo verde: la cabeza, muerta -¡muertos los ojos en un sueño marítimo!- sobre bandeja de cristal.
Un minuto, elástico e inminente.
Surgió un brazo, como una señal. Surcado de venas y chorreando (los cinco dedos, cinco raíces clavadas en la esponja). Se abrió la mano, y la esponja -estrella rubia- naufragó en una tibia aurora de carne y porcelana.
La mano adaptó su caricia húmeda a la curva del contorno. Nació en aquel mapa claro la isla de un hombro. Y el cuello, metálico. Sobre el pecho -hoja de mapamundi- dos hemisferios temblorosos con agua y carmín. El vientre en ángulo y las rodillas paralelas…
Susana, pisando el agua, saltó una pierna sobre el borde con gesto audaz de ciclista, para poner su pie, azul y rosa, en flexible tablero de corcho, sin color ni temperatura.
Alta, quieta ya (mientras el agua, libre de la cadena, se precipitaba cantando su condenación por tubos de órgano), era admirada del espejo, confinado en su elipse de celuloide; del rizado lavabo en que se aburría un jabón negro, y del asiento redondo y vegetal.
Se cubrió de largos pliegues blancos. Arriba, la cabeza: mojada y trágica medusa; Abajo, los pies, apuntados triangularmente.
El espejo sonreía, como una ventana, sobre la mesa de cristal.


ENLACES DE INTERÉS:
 
Fundación Francisco Ayala
Archivo Digital Cervantes