jueves, 10 de diciembre de 2009

José Emilio Pacheco, escritor mexicano, ganador del premio Cervantes 2009

José Emilio Pacheco nació en la Ciudad de México el 30 de junio de 1939. Su obra fue reconocida muy pronto: desde la década de los cincuenta ya figuraba en antologías al lado de los grandes poetas de Latinoamérica. Estudió en La Universidad Nacional Autónoma de México. Además de haber publicado poesía y prosa y de ejercer una magistral labor como traductor, ha trabajado como director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales. Dirigió, al lado de Carlos Monsiváis, el suplemento de la revista Estaciones; fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México. Dirigió la colección Biblioteca del Estudiante Universitario. Ha sido docente en diversas universidades del mundo e investigador del INAH. Entre su obra poética destaca: Los elementos de la noche (1963); El reposo del fuego (1966); No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969); Irás y no volverás (1973); Islas a la deriva (1976); Desde entonces (1980); Trabajos en el mar (1983). Todos estos libros fueron reunidos bajo el título Tarde o temprano. Algunos de sus textos en prosa son: El viento distante y otros relatos (1963), Morirás lejos (1967), El principio del placer (1972) y Batallas en el desierto (1981). Ha recibido varios premios entre los que caben citarse: Premio Nacional de Lingüística y Literatura 1992 y el José Asunción Silva al mejor libro de poemas en español publicado entre 1990 y 1995.



A quien pueda interesar
Que otros hagan aún
el gran poema
los libros unitarios
las rotundas
obras que sean espejo
de armonía
A mí sólo me importa
el testimonio
del momento que pasa
las palabras
que dicta en su fluir
el tiempo en vuelo
La poesía que busco
es como un diario
en donde no hay proyecto ni medida.

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Entre tanto guijarro de la orilla
    no sabe el mar
        en dónde deshacerse

¿Cuándo terminará su infernidad
    que lo ciñe
        a la tierra enemiga
            como instrumento de tortura
                y no lo deja agonizar
                    no le otorga un minuto de reposo?

Tigre entre la olarasca
    de su absoluta impermanencia
        Las vueltas
            jamás serán iguales
                La prisión
                    es siempre idéntica a sí misma

Y cada ola quisiera ser la última
    quedarse congelada
        en la boca de sal y arena
            que mudamente
                le está diciendo siempre:
                    Adelante


De: Islas a la deriva