Y tú, ¿hablarás,
verás, oirás?
Pedro Jesús Plaza González
Antena 3 les ofrece una noticia de última hora: una tragedia tantas veces conocida se ha vuelto a repetir en Girona, Barcelona. Mariela Valdés de veintisiete años ha muerto a manos de su expareja. El presunto asesino la apuñaló once veces en plena calle y después se dio a la fuga. El hombre de treinta años está en busca y captura. Con ésta, son setenta y cuatro las víctimas de la violencia de género en lo que va de año, y este número sólo pertenece a España...
Otra pobre chica más. Otra persona inocente tratada cual burdo animal. Otra familia destrozada, completamente hecha añicos. Otro inmundo asesino que escapa sin remordimiento alguno en su depravada conciencia. Todos hemos oído tantas veces noticias de este tipo que, aunque sea muy duro y cueste admitirlo es así, ya lo contemplamos como algo normal en el día a día. Yo, infantilmente le pregunto a mi alma: ¿Es esto justo? La respuesta bien clara y sencilla me retumba en los tímpanos, un rotundo y mayúsculo NO.
Aun siendo esto tan terrible y desolador, tal vez no sea lo peor. Considero lo siguiente: ¿Qué me dicen a mí realmente estas palabras? Un nombre desconocido y un número acrecentado. Pero, ¿quiénes eran verdaderamente estas chicas? ¿Qué les gustaba hacer? ¿En qué trabajaban? ¿Cuántos hijos tenían? ¿Qué cenaron la noche antes de morir? ¿Por qué han sufrido tan injusta muerte? Las preguntas se me quedan en el aire, sin respuestas, y la boca sin aliento. ¿Dónde se han perdido el rostro y la persona de estas víctimas? Inevitablemente en el gélido dolor del olvido. En homenaje a estas pobres mujeres derramo algunas lágrimas y les regalo unos versos alados.